El perfil de la revista El Mercurio Legal se refiere a su trayectoria como abogado, académico y decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado, destacando su opinión en temáticas nacionales.
«Lo más peligroso es que un grupo crea que posee la verdad revelada y quiera imponérsela al resto»: Con esta cita del decano comienza el texto, donde se hace un perfil a Rafael Blanco, recurriendo a conocidos que lo definen como un buen profesor, competitivo pero entretenido, un «hombre de diálogo». Se hace un recorrido por su extensa carrera profesional –pasando por hitos como su trabajo en el Ministerio de Justicia encabezado por Soledad Alvear en el gobierno del expresidente Eduardo Frei y su liderazgo en la agenda de probidad y transparencia en el mandato de la expresidenta Michelle Bachelet– hasta su llegada a la Universidad Alberto Hurtado, donde comenzó como director de Investigación y ahora figura como decano de la facultad.
«Queríamos que existiese un espacio de generación de ideas, con investigación financiada y de calidad», recuerda Blanco al hablar sobre los inicios de la facultad de Derecho. Pero en el perfil no sólo se refiere a su carrera profesional y su rol en la universidad jesuita, sino que también entrega su punto de vista en temáticas claves de la actualidad nacional.
Cuando se le pregunta sobre género, el decano de la universidad sostiene: “Me parece que el movimiento feminista expresa muy bien una necesidad que tiene dos justificaciones distintas: hacer frente a la violencia de género, a una cultura de violencia, que los movimientos han sabido identificar, poner de relieve y criticar. Y también le hace justicia a la cultura chilena, donde la mujer aparece injustamente tratada en igualdad salarial, oportunidades laborales, discriminaciones que resultan completamente injustificadas». En la misma línea, asegura que la UAH se ha desarrollado en el tema de forma satisfactoria, que ha existido debate, creándose nuevos protocolos.
También se le consulta sobre la gratuidad, donde explica que “la gratuidad tiene experiencias en distintos países que han optado por figuras en que el Estado se involucra en la oferta universitaria con planteles estatales. El caso chileno avanza hacia un modelo en que también la oferta de educación puede ser gratuita a través de establecimientos privados. Es más sui generis a nivel comparado, pero sirve a su ideal: generación de ideas, discusión de políticas públicas». Pero no deja de lado las problemáticas que surgen por la utilización de bases inadecuadas y los otros requerimientos que el Estado debe responder.
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