Una de las razones que explica la situación de violencia que azota al Ecuador se relaciona con la intervención de facciones criminales que han operado y controlado, de manera impune, los recintos penitenciarios de ese país. Este fenómeno es una constante en países de nuestro entorno. El caso más reciente es el del Tren de Aragua, surgido en la cárcel de Tocorón, en Venezuela, pero lo mismo sucedió con el Comando Vermelho y el Primeiro Comando da Capital, ambas organizaciones que nacieron y se fortalecieron en las cárceles de Brasil.
En todos estos casos hay un común denominador, a saber, el fracaso estatal en la “gobernanza” carcelaria, ya sea por abandono y/o por la inexistencia de políticas adecuadas de segregación de la población penal. Si a lo anterior le agregamos fenómenos de corrupción y connivencia de los agentes penitenciarios, se verifica el coctel perfecto para la concreción de serios conflictos como los que hace un tiempo vimos en Brasil y hoy se repiten en Ecuador.
*Columna publicada junto a:
Ignacio Castillo Val, Doctor en derecho, director de la Unidad Especializada en Crimen Organizado y Drogas del Ministerio Público.
Eduardo Gallardo Frías, Master en derecho (LLM), juez del Sagunto Tribunal Oral en lo Penal de Santiago.