Aunque todavía no ha sido suscrita, este jueves 21 de marzo de 2024 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una histórica resolución global que se une a los diversos intentos que existen a nivel mundial para regular la inteligencia artificial (“IA”). Este documento busca “Aprovechar las oportunidades de sistemas seguros, protegidos y fiables de inteligencia artificial para el desarrollo sostenible”. ¿Qué tiene de diferente esta resolución con respecto a otros esfuerzos preexistentes? Entre otras cosas, precisamente eso, que reconoce el potencial de los sistemas de IA para acelerar y permitir el progreso hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Aunque esta aproximación no es “del todo nueva” (algunas referencias sobre esto tenemos ya, por ejemplo, en la Recomendación de la Unesco sobre la ética de la inteligencia artificial), sí tiene a su favor que es el resultado de un gran esfuerzo de cooperación internacional y que su texto fue respaldado por más de 120 Estados miembros.
Si bien la resolución rescata algunas de las principales discusiones de los últimos años sobre el impacto de la IA en los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como la preocupación por disminuir la brecha digital, entre otras; también en diversos apartados busca promover el apoyo a la innovación y la inversión responsables e inclusivas en IA para el desarrollo sostenible, promoviendo al mismo tiempo sistemas seguros, protegidos y fiables. En ese sentido, alienta a todos los interesados a que, en el desarrollo de enfoques y marcos normativos tengan en cuenta la creación de ecosistemas propicios para la innovación, el emprendimiento y la difusión de conocimientos y tecnologías en condiciones acordadas mutuamente.
¿Será exitosa en su cometido? Solo el tiempo dirá, pero, aunque es ciertamente un hito importante, ella misma es tímida en cuanto a los alcances que pueda llegar a tener ya que reconoce las múltiples dificultades que existen para la gobernanza de los sistemas de IA, un ámbito que considera “en evolución” por lo que es necesario seguir deliberando sobre posibles enfoques apropiados para cada región, país o localidad, pero que, al mismo tiempo, se basen en el derecho internacional, sean interoperables, ágiles, adaptables e inclusivos y respondan a las distintas necesidades y capacidades de los países. Como se ve, no es una tarea sencilla. Mientras tanto, esperamos que esta resolución contribuya con el avance en este espinoso camino para una regulación adecuada y equilibrada de la IA que proteja a las personas, aproveche el potencial de la tecnología para alcanzar los ODS y no termine por ahogar los desarrollos en el área.