La convocatoria y reciente reunión del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena) no es la medida más efectiva para resolver los problemas de seguridad que nos aquejan, pero sí ha sido la más bullada, atendida la negativa previa y explícita del gobierno de recurrir a él.
Las reticencias iniciales de citar a la institución se originan y remontan a la Constitución de 1980 anclada en la doctrina de la seguridad nacional. Sin embargo, su fisonomía y naturaleza cambió rotundamente tras la reforma constitucional de 2005. Ya no se autoconvoca, ni tiene la mayoría absoluta de los votos militares, tampoco cuenta con atribuciones de nombramiento de autoridades ni presta acuerdo para declarar estados de excepción constitucional. Hoy es un órgano no resolutivo ni deliberativo, sino asesor de la Presidencia sobre asuntos de seguridad nacional. No tiene carácter permanente, por el contrario, se ha reunido solo en tres ocasiones tras aquella reforma, siendo la última vez en noviembre de 2019 con motivo del estallido social.