[OPINIÓN] Un suicidio que nos remece, por Rosa María Olave

Señor Director:

Durante las últimas semanas, la noticia del suicidio de una estudiante universitaria, Catalina Cayazaya, ha remecido a muchas comunidades universitarias. En medio de esta lamentable pérdida han surgido voces de estudiantes que manifiestan malestares y dolores, especialmente referidos a relaciones de trato, que afectan su desempeño académico y salud mental, así como la convivencia universitaria.

Recientemente, el rector de la Universidad de los Andes, a través de una carta a la comunidad universitaria, se refería a la importancia de la escucha y el diálogo al interior de esta, y del bienestar como algo prioritario.

Investigaciones acerca de la población universitaria, a nivel internacional y nacional, señalan que los problemas de salud mental y convivencia universitaria se han acrecentado. En consecuencia, la convivencia y la salud mental son temáticas que se han ido instalando en las universidades chilenas y múltiples iniciativas se han desplegado, especialmente en los últimos años.

Un ejemplo importante de mencionar es que el Consejo de Rectoras y Rectores de las Universidades Chilenas (Cruch) creó, en 2022, una Comisión de Convivencia Universitaria y Salud Mental, para responder a las problemáticas crecientes, especialmente en el período pospandemia. Parte del trabajo de esta comisión ha sido compartir diagnósticos entre las universidades, promover el intercambio de buenas prácticas de estudiantes en salud mental y convivencia, realizar jornadas de formación a los distintos estamentos, entre otras.

Actualmente, uno de los desafíos de esta comisión es proponer orientaciones para una política de convivencia y salud mental en las universidades del Cruch.

Frente a sucesos como la muerte de la estudiante, es importante que las comunidades universitarias puedan avanzar hacia una cultura de diálogos sostenidos, lo que implica un trabajo continuo, permanente en el tiempo, que requiere de plataformas que hagan posible este compromiso en múltiples niveles de una comunidad, especialmente cuando esta sea afectada.

Lo anterior puede contribuir a que las universidades sean un espacio seguro, de cuidados, amable, de relaciones de buen trato, donde se aprende en colaboración y con sentido de comunidad.

Rosa María Olave
Directora Programa Mediación y Resolución de Conflictos, Universidad Alberto Hurtado

Carta al director publicada en El Mercurio