Violencia Política Sexual: Activismo y ausencia en las ciencias jurídicas en Chile

La tarde del martes 10 de diciembre se realizó en la Facultad de Derecho UAH el Seminario Conmemorativo del Golpe de Estado “Diversas miradas sobre Violencia Política Sexual”, organizado por el Programa de Género, Derecho y Justicia Social UAH, en el que participaron Beatriz Bataszew Contreras. fundadora del colectivo Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes; Claudio Quintana Román, profesor de Derecho Penal UAH; Lieta Vivaldi Macho, directora del Programa de Género; y que fue moderado por Vanessa Carrasco Muñoz, estudiante de Derecho UAH y comunicadora social.

Por Daniela Sánchez M.

El Seminario tuvo por objetivo hacer una revisión histórica del concepto “Violencia Política Sexual” en Chile, a partir de la experiencia de Beatriz Bataszew, sobreviviente de la casa de tortura Venda Sexy, y su desarrollo en la legislación chilena, abordado por el profesor Quintana.

El primer acercamiento conceptual que se realizó a los delitos sexuales contra mujeres fue en los Juicios de Núremberg, en 1948, ya que históricamente fueron considerados parte del botín de guerra o daños colaterales, quedando fuera de los sistemas normativos de todos los países del mundo, explicó Vanessa Carrasco en la introducción al seminario, acotando que, además, recién en 1998, en el contexto del conflicto bélico en Ruanda, se reconoció la violación como un atentado a los derechos humanos específicos de las mujeres.

Beatriz Bataszew compartió su testimonio como ex presa política, y aseguró que los registros oficiales de presos políticos, desaparecidos y ejecutados durante la dictadura cívico militar en Chile no se diferenciaron entre hombres y mujeres, considerándose “neutras”. Si bien la Comisión Rettig (1990) no abordó a las personas sobrevivientes de la dictadura, la Comisión Valech (2003) sí lo hizo, sin embargo “fue llevada a cabo sin considerar de ninguna manera el daño que recorría nuestros cuerpos (…) y no registró los crímenes sexuales”, aseguró Bataszew.

Fue por eso, cuenta, que un grupo de sobrevivientes, de manera espontánea, comenzaron a hablar de que fueron objeto de crímenes sexuales y decidieron presentar una querella por violencia sexual. “En ese minuto nosotras teníamos solamente una claridad, una pequeña, que había partes en el mundo donde esto se planteaba como crímenes autónomos. Cuando estábamos escribiendo la declaración nosotras dijimos ‘no sacamos nada con hacerla si no planteamos el tema’, y ahí decidimos ponerle la categoría política, porque esto es ejecutado por agentes del Estado, entonces inventamos el concepto, lo que sabíamos es que era autónomo y que era político. Empezamos a informarnos con las compañeras de Argentina, Guatemala, Perú, Brasil, y nos dimos cuenta de que habíamos vivido la misma cuestión. Esto que nosotras llamamos violencia política sexual había pasado en todas las dictaduras, en todo el continente latinoamericano, y que siempre había sido ejecutada de manera diferenciada y desproporcionada entre hombres y mujeres”, afirmó.

“Nosotras la gran lucha que dimos hasta el final fue porque se incorporara el componente político en el concepto de poder sexualizado de agentes del Estado sobre los cuerpos de las mujeres y las disidencias”, dijo Bataszew.

El profesor UAH Claudio Quintana abordó la forma en que el sistema jurídico ha tratado la violencia política sexual, asegurando que, tanto en el ordenamiento jurídico internacional como en el nacional, pero particularmente en el caso chileno, hay una invisibilidad absoluta del concepto.

“Hubo luchas históricas por tratar de darle relevancia en las sentencias a través de calificaciones jurídicas, incluso las sentencias que cuenta Beatriz hablan de delitos como secuestro calificado y tormentos de índole sexual, secuestro calificado y tormentos con violencia sexual, pero nunca aparece el agente político. Entonces, la invisibilidad de la violencia política sexual dice relación -y esta es una hipótesis de trabajo- que en Chile existe una invisibilidad del concepto de violencia política para la interpretación de normas y leyes penales y por lo tanto se encuentra invisibilizado en la aplicación de ésta”, explicó.

Y añadió: “No sólo la violencia política sexual como una forma de violencia política, sino la violencia política en sí como un concepto que puede ser entendido o traducido cuando el Estado transgrede sus deberes constitucionales y maltrata a su población civil ejerce terrorismo de Estado y ejerce lo que se conoce como violencia política estatal que se encuentra invisibilizado, entonces la violencia político sexual se encuentra totalmente invisibilizado”.

El profesor Quintana aclaró que en Chile la violencia política sexual no se encuentra tipificada como un delito y que en los casos de Venda Sexy, y otros, los delitos y calificaciones jurídicas fueron de tortura y tormentos con índole sexual, secuestro calificado y tormentos con violencia sexual, pero nunca se tomó el componente de violencia política sexual. “El delito de tormento era el encargado de alguna forma de recibir la idea de violencia política sexual pero nunca se interpretó a la luz de terrorismo de estado, siempre se interpretó como de agentes estatales, pero sin el componente sistemático y político que es parte de la violencia política”, dijo.

Para finalizar, la profesora UAH Lieta Vivaldi, abordó el motivo de este seminario conmemorativo: “Es importante que en la Universidad tengamos estas conversaciones, a 51 años del Golpe de Estado, porque todavía no hay justicia. En la Universidad tenemos un rol fundamental en fomentar tanto la investigación, la creación de conocimiento y debate, pero también tenemos un rol de no repetición y de justicia. En ese sentido, tenemos que fomentar los Derechos Humanos relacionándonos no solamente con las personas dentro de la Universidad, sino que, saliendo hacia las comunidades, y también escuchando y viendo cuáles son las necesidades hoy en día en relación con los Derechos Humanos”.